Seguro que muchos de mis lectores tienen que vivir igual que yo. En mi casa no se puede cerrar ninguna puerta porque enseguida aparece un gato maullando. Por esta razón tan insignificante, tome la decisión de que en casa no se cierra ninguna puerta, excepto la de la calle.
En casa nadie tiene intimidad ya que ellos quieren estar ahí, ¡observándote con esos ojazos!
Cuando es de noche solemos pensar «Pobrecito, quiere dormir conmigo», cuando hace frío «Pobre, tiene frío» y así, buscamos mil excusas para entender este comportamiento gatuno.
Hay algunos que tienen un rascado y maullido dulce por tanto se pude soportar. Luego están los menos delicados, aquellos que con un potente rascado te dicen que están ahí fuera y que necesitan que abras esa maldita puerta, como es el caso de nuestro macho Tom. Éste gato tiene una manera de llamar a la puerta que te hace saltar de la cama en un segundo ya que se pone en dos patas, rasca, rasca y rasca hasta que te paras de la cama.
¿Y por qué desean tanto entrar?
Analizando bien, llegamos a la conclusión que aparentemente, para nada. Ellos entran se acuestan, seguidamente se levantan y se van. Esto es todo lo que quieren hacer y se sienten satisfechos ya que fue duro conseguirlo. Con esta actitud dan la impresión de que son caprichosos y odiosos, pero en realidad lo que quieren es que no tengamos secretos con ellos.
Siempre quieren saber qué hay dentro, saber qué estás haciendo y en muchas ocasiones quieren nuestros mimos.
Consejos:
- Si tienes vivienda propia puedes adaptarle puerta propia para que éste entre y salga cuando así lo desee.
- Si estás de alquiler déjale la puerta abierta sólo con el espacio que éste necesita para entrar.
- Paciencia en las noches.
Foto: Gato